miércoles, 17 de noviembre de 2010

LA HORMIGA



Cierto día de verano, estaba una pequeña hormiga cumpliendo el mandado que su madre le encargo, llevaba en el bolsillo derecho del pantalón 10 moneditas que le dió, iba corriendo por el camino cuando de pronto se encontró con un viejito que le dijo:

- Pequeña hormiga, ¿puedes ayudarme a sacar agua de este pozo? Yo ya no tengo fuerzas para tirar de la cuerda.

La hormiguita bajo con un pequeño balde a lo profundo del pozo, tuvo que realizar 300 viajes para llenar un vaso de agua, que en un solo instante desapareció en los labios del anciano, quien muy satisfecho le dio un pedazo de pan y un poco de miel, le acaricio la cabeza y se despidió con una sonrisa.

Muy cansada emprendió nuevamente su viaje, no había caminado mucho cuando de pronto se encontró con una pequeña cierva que tenía unas pajitas en los ojos que no le dejaban ver el camino, estaba llorando y muy triste de saber que en cualquier momento podía venir un animal feroz a devorarla, le dijo con voz suplicante:

-Ayúdame por favor!!! No me dejes aquí, no puedo ver, algo me entro en los ojos y no los puedo abrir

La hormiguita subió por las patas delanteras, llego hasta el cuello, de ahí para arriba era más difícil el camino, había demasiada espesura de pelo, pero no se desanimó y siguió subiendo, sin pensar más que en ayudar a su nueva amiga.

Al llegar a los ojos del cervatillo, se encontró con dos problemas, el primero, era como hacer para ingresar en el ojo, ya que tenía muy cerrado los parpados, cada vez que intentaba abrirlo, más se ajustaba, inspecciono con paciencia el lugar y se dijo para sí:

-Ahhhh ya sé, ingresare por el conducto lacrimal

Así lo hizo, dentro del parpado, todo era un desastre, parecía que un huayco había pasado por ahí, había muchas pajitas, eran muy pesadas para la pequeña hormiga, poniendo todas sus fuerza logro sacarlas, ya casi sin fuerzas, con sus pequeñas patas temblando, toda mojada, por fin salió de la vista de la cierva, está la miro con cariño diciéndole.

-gracias, me has salvado la vida, sin ti aun estaría ciega.

Saco un pedazo de queso y se lo dio a la hormiga, y sin más se fue corriendo hacia lo espeso del bosque.

Continuo su camino, ya era muy tarde, se acostó sobre una hoja de trébol para dormir, su corazón latía lentamente, sus ojos perdían su brillo, su voz, era solo un suspiro… miro al cielo… y dejó escapar una lagrima, adiós, -murmuro- adiós mamá… y expiró…

Al llegar al cielo de las hormigas y de todos, se encontró con el viejito, lo miro y le pregunto:

-¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste?

-morí en el invierno, dos años después que me diste de beber, fue el agua más pura que bebí y la más sabrosa.

No bien acababa de decir estas palabras, cuando vio a su amiga la cierva que saltaba de un lado para otro.

-hola hormiguita- le dijo

-¿Qué te paso? ¿No te ayude en el bosque? ¿Te atrapo algún animal feroz?

-Noooo!!! No, como crees, gracias a ti me enamore, y tuve una linda familia, 6 hermosos hijos y tres princesas.

-Pero no entiendo, como pudo ser, si mi vida apenas en el mundo fue un instante, como ocurrió todo eso.

-¿No sabes que aquí en el cielo, un instante es una eternidad, que el tiempo se detiene para esperar a los de buen corazón?

La hormiguita sonrió y con lágrimas en los ojos pregunto?

-Y dónde está mi mama?

-Estoy aquí hijita-se escuchó, al mismo tiempo que la tomaba de la mano.

-Mamá? ¿Eres tú?, perdóname por demorar tanto. Y abriendo sus manos dejo caer las 10 moneditas que ella le había dado.